Se registró el primer caso de este tipo: un hombre se desgarró la tráquea al intentar contenerse para no estornudar. El extraño incidente ocurrió cuando la víctima viajaba en coche y sufrió un ataque de alergia. El hombre sintió un impulso irresistible de estornudar, pero en lugar de hacerlo, lo reprimió pellizcándose la nariz y cerrando la boca.
La publicación señalaba que si se cierran la boca y la nariz al estornudar, la presión que se crea en las vías respiratorias superiores puede ser veinte veces mayor que durante un estornudo normal. En el caso del desafortunado hombre, la presión fue tan intensa que le abrió un orificio de dos por dos milímetros en la tráquea.
Cuando fue trasladado al hospital, el hombre sufría fuertes dolores, tenía el cuello hinchado por ambos lados y no podía moverlo. Al examinarle, los médicos también oyeron un ligero crujido. Al mismo tiempo, los médicos indicaron que la víctima podía respirar, hablar y tragar con normalidad. Las radiografías mostraron que el paciente había desarrollado un enfisema quirúrgico, en el que el aire queda atrapado en los tejidos profundos bajo la piel.